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Que repiquen las campanas de paz y amor

Nota escrita por: Santiago Caballero

De distintas maneras, en el mundo entero, se vive la Navidad y el Nuevo Año. En estas vivencias, siempre están presentes los buenos deseos de la paz, de la felicidad, de las relaciones armónicas y de la justicia para todos. Se asocian las inspiraciones de los poetas, de los músicos, de los novelistas y de los creativos de los pesebres que en los hogares replican las tradiciones según las diversas culturas. 
¿Cuál es el origen de estas celebraciones? Para los cristianos es el nacimiento del Niño Dios. De esta sencilla creencia, sin embargo, se ramifican las más diversas posiciones, desde la más absoluta negación hasta las variaciones de los pensamientos y de las costumbres. 

En medio de todo ello, sin embargo, en una gran conjunción de pueblos y culturas existe la unánime aceptación de un antes y un después del nacimiento de Cristo en Belén de Judea. Desde ahí, la historia es un Antes y un Después: AC y DC. Así nos entendemos para señalar los siglos anteriores y los posteriores de la venida de Jesús. 
En nuestro país, es muy significativo que a pesar de los tiempos de la globalización y de la cultura del consumo, se conserven las costumbres familiares. Así,  es parte de ellas la construcción de los pesebres donde además de las figuras de artesanía de los infaltables José, María, el Niño, los pastores, los reyes magos, el Ángel de la Gloria, la vaca, el burrito, el gallo, se unen los más diversos paisajes, las plantas, los animales, los ykuá,  las frutas de este tiempo, la sandía, el melón, y el infaltable flor de coco, por citar sólo algunos. 

La inspiración se abre, pues, a las realidades de las labores, como el chipá apó, hasta los juguetes comunes de los niños de la familia.
A todo ello se unen los villancicos universales ya hoy, como “Noche de paz, Noche de amor” y los populares nuestros como “Pejú mitá kuera, peju pejupa” y el también infaltable “Navidad de flor de coco” de Mercesde Jané, al que le sigue cada vez más de cerca “Dos trocitos de madera” del inolvidable Manero Galeano.

En la Biblioteca y Archivo Central del Congreso encontrarás varios libros de historia, novelas y poemarios, inspirados en la Navidad. Será muy saludable su lectura. Esto puede ayudar a valorar, a profundizar el sentido de la fiesta universal de la Navidad. Porque creyentes y no creyentes nos unimos, al celebrarla, en los valores esenciales de nuestra existencia, personal, familiar, comunitaria y de nacionalidad: el amor, la solidaridad, la paz, la justicia para todos. Valores que a partir de nuestras confesiones e ideologías los tenemos que construir día a día. Porque el Mensaje, la Palabra hecha carne, crece y se desarrolla con la participación de todos. 
Muchas felicidades por Navidad y Año Nuevo.   
 


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