Toda gran obra siempre surgió de la alegría y el disfrute de quien la realizara.
Aunque esta línea de arriba la esté diciendo yo, lo mismo está escrito de mil formas en diferentes partes.
En esta obra, Allende va narrando eróticamente entre “probada” y “probada”, “receta y “receta” , un sin número de platos y consejos para quien la sepa y los sepa disfrutar.
Por fin alguien concuerda conmigo en que “una buena cocinera no lo tiene que hacer saber en sus primeras citas “. En tanto que un hombre que reciba a una mujer con un delantal de cocina, sin importar lo que lleve debajo o no, con una sartén y un par de cucharas en la mano, desde el “vamos” puede ser muy “apetitoso”.
Descocada y brillante como solo Allende puede serlo.