-Rev. Edmund Opitz
Prefacio
El término liberal clásico es una frase profundamente ambigua. A menudo está vinculada con individuos como Lord Acton y Alexis de Tocqueville, cuyas creencias en la libertad son incomprensibles sin comprender sus antecedentes y creencias religiosas.
Para tales hombres, el verdadero liberal es aquel que basa su creencia en la libertad en la idea de un Dios que creó a la persona humana cuyo destino mismo es la libertad.
Por desgracia, la palabra liberal también está afiliada a filósofos como Jeremy Bentham y John Stuart Mill, ambos profundamente deterministas en su comprensión de la vida y finalmente incapaces de articular una filosofÃa coherente de por qué es bueno para el hombre ser libre.
Es por lo tanto comprensible que muchos asocien el "liberalismo clásico" con un secularismo en el sentido de una visión agonÃstica o atea del hombre en lugar de un humanismo auténticamente cristiano.
El secularismo del que hablamos es aquel que sostiene que en el análisis final la vida humana es meramente la suma de tantas partes atómicas relacionadas, y que el principio y el fin de la persona humana se encuentra en su materialidad.
Los cristianos humanistas, por el contrario, consideran al hombre como hecho a imagen de Dios. Esta es la única base para los derechos del hombre, sus deberes y, en última instancia, su llamado a la libertad auténtica que satisface los lÃmites de la fe en la Revelación que es Jesucristo, pero también los requisitos de la propia razón.
Ciertamente, hay muchos hoy en dÃa que reconocen el valor de las tradiciones liberales clásicas, inglesas y americanas, pero que persisten en negar simultáneamente que el hombre tiene una dimensión trascendental. Fréderic Bastiat era, sin embargo, un creyente de la libertad , que rechazaba el ateÃsmo, el agnosticismo y, eventualmente, la tendencia al DeÃsmo.
Fue precisamente la creencia firme de Bastiat, como cristiano de la tradición católica romana, en un Dios decidido que tomó cuerpo en la Persona de Jesucristo, lo que le llevó a concluir que el orden natural, en paz, acabarÃa por mostrar la sabidurÃa de Dios que es su origen.
La verdad es que Dios es, según Bastiat, el único fundamento sólido para la libertad y la única base razonable para explicar por qué el hombre debe ser libre.
La mayorÃa de los lectores en la lengua inglesa, están familiarizados con Bastiat , lo conocen a través de una obra delgada aunque potente titulada La Ley. Algunos son menos conscientes de la dimensión religiosa de su pensamiento y en cuánto que las ideas de Bastiat sobre el orden social y económico fueron moldeadas por su aceptación de los principios centrales de la creencia cristiana ortodoxa.
Esto incluÃa la creencia de que los cristianos pueden conocer la verdad moral a través de la razón, una visión que a menudo se llama "la tradición de la ley natural". Aquà encontramos las raÃces de la forma de razonamiento de Bastiat y su comprensión del carácter del dominio del hombre sobre el mundo material.
Ver a La Ley de Bastiat , aislada de sus muchos pensamientos sobre tales temas, no sólo pierde el sentido de su contexto, sino también no hace justicia a la profundidad y complejidad de su pensamiento, pues Bastiat hubiera estado de acuerdo con Lord Acton en que ser un verdadero liberal es creer que la libertad es "el más alto fin polÃtico del hombre".
Rev. Robert A. Sirico