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Carlos Gardel

Pretendo conocer si es correcto el comentario escrito a mano de algún lector anterior, en la primera página : “Muchas palabras para decir pocas cosas . Muy al estilo porteño”.

 

Creo que el tango es triste, y la vida de Carlos Gardel también lo es. Llega con su madre Berthe Gardes desde Francia a Buenos Aires , a los tres años de edad , en 1893 , y crece en el mundo del Mercado de Abasto con apenas un modo lunfardo de expresión.

Enseguida forma parte del coro de la escuela , más adelante , con unos 10 años integra una conocida barra de pibes , expertos en “ calotear (sic ) (robar)pequeñas cosas en los puestos del Mercado “. Para los 14 años ya le cambiaron su nombre de “el francesito” por el de “el Morocho del abasto” y el se sentía totalmente incorporado a su país adoptivo. Gracioso y afable, conquistaba a todos y los cautivaba con la extraña perfección de su voz y su “verba porteña que él recoge en las calles del barrio y de los arrabales que frecuenta”.

Mucho más adelante, una vez un periodista le preguntó cual era su verdadera nacionalidad, el le contestó “mi patria es el tango, y su capital es la calle Corrientes”.

A los 23 años consigue trabajo como cantante profesional. “Y así transciende los límites de su barrio para llegar a ser un cantor de toda la ciudad y de todos los públicos, un cantor de Buenos ires.   Luego, con “Mi noche Triste” su voz encuentra en el tango “una forma musical y poética para la que es especialmente apropiada”.

Con la belleza de su voz lleva el tango a los mejores escenarios del mundo. De gira en gira, muere trágicamente en un accidente de aviación en Colombia.

Su voz se sigue escuchando y al decir de muchos “suena cada día mejor “.

Su madre , llora junto al petit Charles, fruto de un amor prohibido en Toulouse, convertido ya en ídolo mundial.

 

Mucho “porteño” que no me simpatiza, pero encuentro cálidos recuerdos y pintorescas anécdotas en esta interesante biografía.

Mientras me sumerjo en la cadencia del tango “Por una cabeza”, música de su autoría, concuerdo con el canto de Gardel : que hay que jugarse todo o de lo contrario : “ ¡para qué vivir! “.


Carlos Gardel

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