Año 1967, Paris, “La edad de la discreción”, vemos en su título original. En general , la mujer era educada para serlo. Simone se reveló siempre a todo lo que era “normal”. Amó y compartió toda su vida con Jean Paul Sartre pero nunca se quiso casar con él, era libre.
Leí a esta autora muy jovencita, porque no podía dejar de hacerlo. Hoy la entiendo mejor.
Esta obra contiene tres cuentos : La edad de la discreción, Monólogo y La Mujer Rota. Se destaca en todos ellos la figura abnegada de la esposa, que al final termina siendo la víctima de su propia elección de vida.
En el primer cuento el hijo se fue, y la protagonista tiene que acostumbrarse a vivir con el viejo en el que se está convirtiendo su marido. Con un dejo de nostalgia, cuando en este primer cuento le llega el tiempo de la jubilación, ella se expresa con cierta tristeza: “Que placer vivir sin consignas, sin apremios “ aunque, “en ocasiones , el estupor me gana “. ( Pag. 12 ).
Su cuerpo ya no es el mismo, 60 años, ella sigue teniendo éxitos con sus libros, siempre optimista, aunque el marido no.
Esta obra en general me resulta triste, casi patética, aunque “así es la vida”, hubiera dicho mi madre.
En las tres historias la mujer parece no tener escapatoria, y no la tiene. Era la época de la mujer en la casa y a atender a su marido, y debía sentirse realizada por ello. Hoy en día ya no es así, o ¿si?. No debería serlo.
Filosofías, luchas políticas, no me simpatizan.
“Sin embargo, es verdad que la vejez existe- dije – Y no es tan divertido decirse que uno está acabado “. (Pag. 67 ).
Ideas a reflexionar. Entramos en la primera fase del aislamiento inteligente. El mundo sigue.
