La autora se inicia mencionando un dolor que dice que la acompañó siempre, identificándose ella con su bíblico nombre Raquel. Inicia el romance de la obra , como ocurría muy a menudo en las bullangeras salidas del colegio en las que los jóvenes galanes miraban a las chicas regodeándose en sus vaya uno a saber cuantas imaginarias historias. Ella al mirarlo supo que sería el amor de su vida. Se inicia la relación con el joven elegido , con quien descubre entre otras pasiones su afición al tango y a volar con él en un galope desenfrenado mesclando magistralmente la magia de su escritura con la fantasía y su propia realidad. Repite de memoria , de tanto haberlo dicho juntos, los versos de Eladia Blázquez: No permanecer y transcurrir no es perdurar, no es existir ni honrar la vida. Hay tantas maneras de no ser , tanta conciencia sin saber, adormecida. Merecer la vida no es callar ni consentir tantas injusticias repetidas. Es una virtud, es dignidad y es la aptitud de identidad más definida. Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir. Porque , no es lo mismo que vivir, honrar la vida.
