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Las acequias del tiempo

Este libro es el tercero de la trilogía “Adagio contra el Olvido” que nos transporta a la Posguerra del 70, la guerra del Chaco y la Revolución de 1989.

Busco en el diccionario de sinónimos y encuentro que las acequias son las zanjas o canales, en este caso, por donde transcurre la historia.

 

La autora va narrando los hechos a través de una familia ficticia que en realidad es la suya propia matizándolo todo con su fecunda imaginación.

 

En lugar de empezar con el primer libro de esta trilogía me arrojo ansiosa a este ejemplar al conocer de la misma autora que hay todo un capítulo en donde se habla de mi amada abuela Sarah Silva y de sus 6 hermanas. (“Siete lámparas para siete hermanas “) .Pag. 128. De más está decir que toda la primada, que éramos unos 13 nietos salieron corriendo a comprar un ejemplar. Yo lo encuentro entre los mas de 50 volúmenes donados por la autora a la Biblioteca y Archivo Central del Congreso Nacional, Augusto Roa Bastos.

La historia que yo conocía narrada por otro gran historiador,el tío Nuco (Washington Ashwell ), ya fallecido, era: que solo la abuela Sarah sostenía la lámpara pues las otras señoritas no aguantaban la escena que estaba aconteciendo y se desmayaban. Sabíamos que estaban operando, sobre la mesa de la cocina, a un soldado gravemente herido, no teníamos idea que el soldado era el que luego sería el valiente héroe de Irendague el Gral. Eugenio Alejandro Garay, abuelo de la autora. Fue mi bisabuelo Fermín Silva quien lo había encontrado agonizante frente a lo que hoy es el Museo Cabildo de Pilar  y lo llevara a escondidas de la soldadesca a su casa. Me dijo María Eugenia que si no hubiera sido por mi bisabuelo Fermín ella no hubiera nacido! ¡ Que emoción!

 

En la primera parte de esta obra pasamos por la trágica muerte del Mcal. López. La consigna brasilera era que no quede ni un solo paraguayo vivo. Mientras ardía en llamas el suelo patrio y los cuervos revoloteaban sobre los cadáveres. Paraguay como nación ya no existía. (Pag. 52).

 

Con maestría de la narración de la autora pasamos por la guerra con Bolivia, la revolución del 47 y una larga dictadura. Entramos a la era democrática en 1989 donde a pesar de los pesares no perdemos la esperanza de tener una patria libre y un mundo mejor.  Magdalena sigue apostando a la vida y al amor  que es lo que le da sentido a la existencia. (Pag. 332).

 

 

 


Las acequias del tiempo

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