No lo volveré a leer, me dije más de una vez refiriéndome a este autor. Hoy nuevamente no puedo escapar al suspenso asegurado en esta obra de terror.
¿Insano? Quizás. En el año 1989 ya este autor escribía sobre un virus gripal creado artificialmente para aniquilar a la humanidad y anteriormente, en 1981 , ya lo escribió en forma más reducida. Aún con trazas del terror vivido en estos años de pandemia todavía no totalmente superadas, nos lanzamos de lleno a esta obra e incluso, en contra a la advertencia inicial del mismo King para no hacerlo.
Stephen King sugiere en su prólogo guardar el ticket de compra del libro por si el lector quiera devolverlo. Como yo estoy accediendo a esta obra desde los anaqueles de la BACCN me lo tomaré con calma desde ya.
E iniciamos la historia con unos cuantos muertos nauseabundos dentro de un Chevy que se estrella en una gasolinera por allá en el desierto de California.
Sin palabras, cerrando círculos, escapando del chikinyunga, la rueda de la vida vuelve a girar para todos.
