Segunda novela de Allende. Situaciones muy reales de América Latina presentadas novelísticamente.
Iniciamos el recorrido en una residencia geriátrica, en donde la insania se entremezcla con la decrepitud para continuar naturalmente con la cruel y constante violación de una niña de diez años a manos de su propio padre. En el interín , un marido va por cigarrillos y nunca más vuelve. Normal por estos lares. Duele Latinoamérica en cada página y en cada fibra de nuestro ser.
Y tiene que llamarse Evangelina, la ascendida a santa, que entre espasmo y espasmo parecería que solo le faltara un hombre según algunos entendidos. Según los católicos y evangélicos ella no hacía milagros solamente estaba chiflada.
Tiempos de dictadura. Las fuerzas armadas era la única impuesta realidad. Opresiones, desapariciones, miedo. Todo tan cercano, desesperante.
Allí, sin pausas, corre… “ese río de gemidos y sofocos de quienes hacen el amor amando “. (Pag. 216). Allende nos deja sin respiración al penetrar en una cueva nauseabunda ¡cuantos desaparecidos estaban enterrados ahí! , para luego sacarnos afuera y dejarnos jadeando al compartir magistralmente el ancestral rito del amor. ¡Una belleza! Sombras y amor, Amor y sombras.
Al igual que los amantes de nuestra historia quedamos exhaustos pero felices. Huyen al exilio con su amor y la eterna esperanza de volver algún dia.
