En este ensayo sociológico, y como en todas sus obras, el autor, científico y pensador , deja un inspirador legajo a las generaciones futuras.
No es un libro para entretener, es para ser leído por quienes tienen ansias de hacer de su país un mejor lugar. Está dirigido a los argentinos pero nos habla a todos los que estemos comprometidos con las ansias de vivir en un mundo mejor.
El autor expresa que “No hay hombres iguales” y los divide en tres tipos: el mediocre, el inferior y el superior o “idealista”.
El mediocre no acepta ideas distintas a las que el posee. El hombre inferior es un inepto incapaz de adaptarse al mundo en que vive. El idealista pone toda su fe en lograr sus ideales más altos. Sostiene el autor que “sin ideales sería inexplicable la evolución humana”. “Palpitan detrás de todo esfuerzo magnífico realizado por un hombre o por un pueblo”.
“La historia de la civilización muestra una infinita inquietud de perfecciones, que grandes hombres presienten, anuncian o simbolizan. Frente a esos heraldos en cada momento de la peregrinación humana se advierte una fuerza que obstruye todos los senderos: la mediocridad , que es una incapacidad de ideales”.
Este es un libro para leerlo, releerlo y tenerlo de cabecera. Y aunque su autor se haya suicidado.
