Dicen, no tengo certeza, que Jorge Luis Borges, el grande, aseguró que para él el cielo sería algo así como una biblioteca. Por la pandemia, la Biblioteca y Archivo Central del Congreso, está cerrada, como lo exigen las autoridades para evitar los conglomerados, los contactos cercanos. Esta particular situación, sin embargo, no nos aleja de los libros, los impresos y los que pueden estar a nuestro alcance gracias a la tecnología, al internet, a las redes sociales.
El cielo de Borges sigue a nuestro alcance. Más aún, el enclaustramiento es una muy buena ocasión para releer el texto que alguna vez nos impactó; para acercarnos al que estaba por ahí, que es posesión nuestra por algún interés, pero nunca tuvimos tiempo de hojearlo. Ni qué decir de la oportunidad que tienen los papás y las mamás de leer con sus hijos los materiales de su escuela o colegio. En síntesis, hay siempre un libro al alcance de nuestras manos y la cuarentena se vuelve propicia para por fin empezar o para incentivar el gran placer de conocer, de aprender, de dejarnos llevar con la imaginación o ciencia de la producción de miles de escritores, de historiadores, médicos, pintores, especialistas en agricultura, en paisajes, en cocina y un largo etcétera.
En este “Día del libro” del 2020, tan especial, de la mano de Borges, asumamos el gran desafío de incorporar a los libros a nuestras vidas. Son el primer ofrecimiento de la industria cultural, hoy, en este tiempo, enriquecido por la tecnología pues con nuevos formatos está aún más alcance de todos. Es cierto que somos un pueblo con profundas raíces de la cultura oral, nuestros antepasados no conocieron la grafía; pero, hoy, ya está plenamente incorporada a la cultura global y tenemos la posibilidad de apropiarnos de la escrita incluso con el idioma guaraní.
El desafío es claro y contundente: desde los hogares, en las escuelas, los colegios y las universidades debe permear la gran “asignatura” de aprender a leer, de gustar de la lectura, de promover el placer de leer. Porque es la que alimenta de forma permanente nuestra vocación de crecer, como personas, y como comunidad, como nación.
En el “Día del Libro” la BACCN está cerrada. Pero los libros siguen abiertos. En la espera de los lectores que sintieron y alimentan en sus vidas el gozo de la lectura. Y lo seguiremos practicándola porque queremos ser un pueblo cada vez más organizado, más celosos de nuestros derechos, del cuidado de los bienes nagurales, más comprometidos con la paz, la justicia, el amor.
Santiago Caballero. Tacumbú, 23.04.2020
